Michelangelo Merisi (1573-1610), llamado Caravaggio inicia el reencuentro con los modelos de la naturaleza. Muestra la belleza de lo cotidiano. Vírgenes y santos aparecen como seres humanos vestidos con la ropa de cada día. Fue un artista rebelde y apasionado que encontró un nuevo lenguaje en la pintura. Favorece un acercamiento de lo divino a lo humano que encaja con el espíritu de la contrarreforma. Los modelos para sus santos, ángeles y vírgenes eran gente de la calle. Religiosidad intensa, misticismo realista. La luz confiere mayor fuerza a su obra. El color protagonista en su obra es el ocre. Oposición entre zonas oscuras y claras. Efecto dramático como en su Vocación de San Mateo.
Las sombras se ciernen sobre lo mundano y la luz brilla sobre los seres divinos como en la conversión de San Pablo
y la crucifixión de San Pedro.
Composiciones movidas: escorzos, puntos de vista bajos. Nos trasmite lo efímero.
La muerte de la virgen nos muestra capacidad para ver las emociones humanas.
Temas mitológicos como Baco.
También pinta bodegones como motivo único del cuadro.
Agostino y Anibale Carracci y su primo Ludovico Carracci fundaron en Bolonia la academia de los Incaminati donde se combinaba la enseñanza teórica de la pintura con la práctica y fue un lugar frecuentado por la élite cultural e intelectual boloñesa. El mejor pintor de los tres fue Anibale Carracci (1560-1609). Su obra sintetiza el color de la escuela veneciana (Tiziano y Veronés) con la gracia de Correggio y la pureza de formas de Rafael.
Genera una corriente clasicista como reacción al manierismo pero sin caer en el realismo excesivo de Caravaggio. Es un realismo idealizado. Decoración pictórica de la gran galería del palacio Farnese de Roma donde pintó al fresco una serie de escenas mitológicas basadas en el poeta Ovidio sobre las tres clases de amor: activo, contemplativo y voluptuoso.
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